martes, 21 de mayo de 2013

Biografía y entrevista a El marqués de Araciel con predicciones para España y el mundo


Como introducción les dejo el testimonio de una persona que afirma estuvo en la consulta de El Marqués de Araciel y por lo que cuenta recibia visitas de altas personalidades de la política y de la  realeza.

Hace ya muchos años que fuí una vez a la consulta de un famosísimo vidente...el marqués de Araciel. Ya ha muerto,pero fué de verdad muy, pero que muy conocido y respetado. Podeís buscar en internet, encontrareis muchas cosas sobre el. Pues fuí a su consulta. Fué amabilìsimo,y no me cobrò nada. No cobraba a la mayoría de la gente. Pero a lo que iba: me llamò la atenciòn,mucho, ver en su consulta, en todo el tiempo que estuve esperando (que fuè mucho, porque habìa cola), fotos dedicadas de personajes de altísima posición....no digo nombres, aunque los recuerdo...políticos de primera lìnea de la España de entonces (años 80), testas coronadas....había una foto dedicada de la mismísima reina Isabel de Inglaterra. Lo juro.

Su sobrino Carlos, Conde de Oroszlány Gran Chambelán de la Royal and Imperial House of Orient. le hace un pequeño homenaje clasificando al Marques de Araciel describe a su tio en este artículo como "medium, escritor, médico, vidente, Consejero de la Biblioteca Partenopea de Nápoles, Vicepresidente de “Crisol de Arte”, Delegado del Instituto de Cultura Americana, espiritista, tarotista, Miembro destacado Rosa Cruz…"


Es un poco difícil contar o dar un breve esbozo de la figura de un SER tan “especial” como fue la vida de mi Querido y recordado tío Diego, VII Marqués de Araciel. Espero poder rendir de esta manera el HOMENAJE que se merece y que en vida no le supieron dar, tan sólo un pequeño y reducido grupo de amigos fieles y leales que después de su desaparición dieron muestras del gran cariño y respeto que le tenían y el cual, estoy seguro, él sabía.

Desde estas líneas me gustaría honrar la memoria de una persona que fue tan importante en la vida de tantas y tantas personas y a las que ayudó, en muchas ocasiones, desinteresadamente solo porque a él le gustaba lo que hacía y su principal meta era ayudar al prójimo y hacerlo feliz, sin pedir ni recibir nada a cambio, darlo todo por la nada……...

Como su sobrino, espero que las líneas que desde ya van a leer, les sirvan para poder acercar más a Vds. la figura del Marqués de Araciel, volcado en hacer el bien haya por donde iba.

El Excmo. Sr. Don Diego Joaquín Benítez-Gambín y Pages de Caicedo, Ramirez de Arellano- Messia de la Cerda y Rodríguez, VII Marqués de Araciel, nació un domingo 9 de abril a las 6 horas y 20 minutos de la tarde del año 19…, por respeto a su persona y a todos los que le quisimos, permítame el lector que omita el año. Nace en Pamplona, aunque desde siempre se sintió granadino de adopción, de hecho pasa allí sus primeros años de vida por deseo de tía Antonia, Marquesa de Caicedo, la cual poseía en la bella ciudad andaluza un palacio rodeado de un gran jardín con palmeras y naranjos, un buen lugar para celebrar el bautizo, ya entrado el mes de mayo. Diego es un niño alto y delgado de un bello color de ojos de azul intenso. Con cejas que se dibujan desde su niñez arqueadas que le dan un cierto aire de intelectual, aunque un poco enfermizo y por ello se traslada la familia a Granada para procurar una mejoría en el estado de salud del pequeño.

Hijo de Don Diego de Benítez y Martín de Villodres, VI Marqués de Araciel, y de Doña Joaquina Elena Pages de Caicedo-Ramirez de Arellano y Rodríguez, IX Condesa de Combre-Hermosa. Sobrino de Doña Antonia Pages de Caicedo, Marquesa de Caicedo. V nieto del último Marqués de Branciforte y de los Barones de Casa Bonilla. Descendiente por línea materna de la casa Marquesal de los Ogijares, de la casa Condal de Corchado y de los Médicis de Florencia. Además del título de Marqués de Araciel, ostentaba los títulos de Duque de Rouen (en Francia), Marqués de Caicedo, Marqués de los Llanos de Aguazas, Marqués de las Fuentes del Duero, Duque de Sevillanos, Conde de la Vega del Pozo, Vizconde de Jorbalán (título nobiliario que tuvo a bien cederme al cumplir mi mayoría de edad, pero que por el gran cariño y lo mucho que le quería, mientras vivió nunca utilicé), Barón de Casa Araciel.

Poseedor de las siguientes órdenes de nobleza: Gran Cruz de la Orden del Lirio (Navarra), Gran Cruz de la Orden de San Salvador y Santa Brigida (Suecia), Gran Cruz de la Corona Imperial Azteca (México), Gran Cruz de la Orden de Nuestra Señora de Guadalupe del Anahuac (México), Gran Cruz de la Orden de Nuestra Señora de Guadalupe (España), Mayordomo Perpetuo de la Santísima Virgen de Araceli, primitivamente Araciel, en Corella (Navarra). Premio Extraordinario del Instituto Metapsíquico de París. Fue el representante en España de la Escuela Espiritísta Sociedad Kardenciana de Francia.

Medium, escritor, médico, vidente, Consejero de la Biblioteca Partenopea de Nápoles, Vicepresidente de “Crisol de Arte”, Delegado del Instituto de Cultura Americana, espiritista, tarotista, Miembro destacado Rosa Cruz….. Todo esto y más fue Diego de Araciel, pero sobre TODO y ante TODO, AMIGO de sus amigos.

Era el segundo de los hijos habidos en el matrimonio de Don Diego y Doña Joaquina. La primera fue su hermana Enriqueta, la cual falleció cuando Diego aún contaba tres años de edad. Y fue a los cinco, dos después del trágico suceso, cuando tiene su primera videncia. De tan terrible hecho, nadie informa a Diego, y es un día cuando jugando en su casa, de repente deja a todos atónitos cuando dice: –Enriqueta está muerta¬–. Sus padres se asombran, pues el niño está triste y lloroso, no se explican como lo ha podido saber si nadie le había dicho nada. Ellos no quieren dar mayor importancia y le dicen que es una tontería, que como dice, él, eso. Diego insiste y dice que la ha visto, la ha visto en un ataud blanco rodeado de flores y como era depositada en tierra roja (tal como había ocurrido).

Diego seguía creciendo rodeado del cariño de sus padres y familiares que se volcaban en el pequeño. Pero de todos ellos, una persona sería pieza clave para que el niño desde su infancia se declinase por ese “don” divino con el que Dios premia a ciertas personas, tía Antonia, Marquesa de Caicedo.

La Marquesa era una Vidente y Espiritísta nata, de hecho era muy conocida en la sociedad parisina, y siempre en sus viajes era reclamada en los salones de la aristocracia más selecta de París. Ella fue la que inscribió a su sobrino en un prestigiosos instituto de parasicología en el cual era muy reducido el numero de alumnos y en el se encontraba Diego cuando la ciudad fue invadida por los nacis.

Pasan lo años y Diego regresa a Madrid con sus padres, y de nuevo vuelve a tener una videncia. Un día, encontrándose de paseo por la calle Princesa en compañía de su padre, se acercaban a recoger unos boletos para un baile benéfico que más tarde se realizaría en uno de los palacios de la capital, cuando su padre se cruzo con un gran amigo, Diego se quedo pálido y enmudeció mientras el amigo y su padre charlaban. Al despedirse y el amigo alejarse, Diego aún tembloroso se paró en mitad de la calle y le dijo a su padre que su amigo en unos días iba a morir. Como ocurriera años atrás con el episodio de su hermana fallecida, el padre lo miro extrañado y le dijo que no le contase tonterías.

Aquí quiero aclarar al lector, que es evidente que los padres de Diego no querían asumir y mucho menos aceptar lo “especial” que era su hijo y por ello no tomaban en serio la videncia que el niño tenía, pues en aquella época no era bien visto este “tipo de cosas”, sobre todo entre los miembros de la nobleza y la aristocracia de más rancio abolengo, como era el caso de la familia de Diego, descendiente de la realeza europea. Paradojas de la vida, esta sería la herramienta de trabajo que a lo largo de su vida utilizo el pequeño Diego para ayudar a los demás.

Pasado tres días del encuentro, el padre de Diego se retraso para la hora de la comida. Por norma, en casa de los Marqueses de Araciel siempre se comía a las dos de la tarde, ese día su padre no llegaría hasta las tres. Al entrar en el salón, su semblante era serio y triste. Se había retrasado porque camino de casa se había enterado que el amigo con el que se encontró hacía unos días, había fallecido esa misma mañana. Diego miró a su padre y le pregunto si su amigo había muerto, éste sin mirarlo le dijo a su mujer que así había sido y que el niño se lo había comunicado con antelación.

A raíz de este episodio, fueron mucho más lo que Diego experimento entre su niñez y adolescencia. Siempre contando con el incondicional apoyo de tía Antonia, la única que hacía verdaderos esfuerzos por que su sobrino siguiera adelante con el camino que tenía marcado y no desvaneciera con la falta de interés de sus progenitores.

Ya con la mayoría de edad fallece su padre y se convierte en el VII Marqués de Araciel, y en compañía de su Madre y de Carmen, otra pieza importante en la vida de Diego, una especie de niñera y ama de llaves, se dedican a recorrer distintas ciudades españolas y su muy querido París, donde hasta su muerte pasaría horas de felicidad el Marqués de Araciel.

Son malos tiempos para España, pues se esta recuperando de la guerra civil y a nadie le sobra el dinero. Es una buena y gran amiga de Diego, S.A.R. la Princesa Doña Isabel de Borbón y Borbón, hija de los Duques de Sevilla, la que lo anima a abrir un gabinete de videncia. Dicho y hecho, lo abre y sus tres primeras clientas son la Princesa y otras dos grandes amigas, la Marquesa de los Soidos y la Condesa de San Miguel.

Empieza a recibir en su consulta a grandes personalidades de la sociedad española, desde S.A.R. la Condesa de Marone, hasta las personas más humildes que desean saber de seres queridos a los que no ven desde hace tiempo y recurren a la ayuda de Diego para poder restablecer contacto con ellos.

Es tanta la popularidad que entre la sociedad de la España de los años 40-50 y 60 tiene Diego, que en varias ocasiones en compañía de su gran amigo, el tristemente desaparecido Doctor Jiménez del Oso, viajan invitados hasta el Reino Unido y son recibidos en audiencia privada por Su Majestad la Reina Isabel II.

En este tiempo, Diego experimenta otras “emociones” aparte de las que lleva consigo todo el fenómeno de la videncia, ocultismo, etc., etc. Por circunstancias de la vida, adopta a dos niños, José María y Jaime. Ambos fallecidos. El primero en los años 80 y el segundo años después del fallecimiento del Marqués de Araciel.

La adopción de los niños son episodios que Diego nunca quería recordar cuando en familia se mencionaban, pues el tribunal tutelar de menores de la época, pese a la posición y condición “desahogada” de un hogar feliz y sin problemas para los niños, opuso un sin fin de inconvenientes para la misma, e incluso algún que otro episodio desagradable que tanto él como su Madre tuvieron que aguantar. Otro duro golpe llega a la vida del Marqués, a mediados de los años 60 fallece su muy Querida Madre, Doña Joaquina, Condesa de Combre-Hermosa, la que en los últimos años le ha acompañado en su lucha por conseguir su sueño, la adopción de esos niños.

La que en el pasado se había opuesto a los designios del niño.

Transcurren los años 80 y Diego toma mayor relevancia tanto dentro como fuera de nuestras fronteras. Son innumerables los países que le reclaman tanto para dar cursos de videncia como para dar conferencias sobre temas de ocultismo, tarot, cartomancia, etc. Y sus estancias en el extranjero se llegan a prolongar por espacio de 8 y 9 meses.
Su popularidad crece gracias a programas televisivos y revistas de las llamadas del “corazón”. En una de ellas, Lecturas, sus apariciones se vuelven imprescindibles, hasta tal punto que llega a un acuerdo con su director para hacer una serie de predicciones al llegar las fiestas navideñas y el nuevo año sobre algunos de los rostros populares del momento.

Años después de su desaparición, su buen amigo el Doctor Jiménez del Oso, en un homenaje póstumo, transcribe una de las últimas entrevistas que le realizo en vida tiempo atrás. Diego vaticina como a primeros del nuevo milenio, en Estados Unidos ve dos “columnas de humo”, por desgracia en el terrible atentado del 11 de septiembre, muchos fueron los que recordaron las palabras que dijo en su momento.

También es Diego el que en una cadena de radio dice que la farmacéutica de Olot secuestrada, será liberada cerca de una gasolinera, días después así ocurre. Desgraciadamente con el caso de las niñas de Alcasser, cuando muchas eran las voces que se alzan y decían haberlas visto aquí y allá, Diego dice que sus corazones dejaron de latir poco tiempo después de su secuestro, nuevamente y después de los años, así se demostró, después de haber sido torturadas de una manera atroz, tal como él había comentado.

Por supuesto, y hay que ser justo, en algunos casos también se equivocó y no se cumplió lo que dijo. Pero la videncia sirve para ayudarnos en algo que pueda ocurrir, y del mismo modo que para los videntes la herramienta es un cauce que lleva al más allá para avisarnos o prepararnos para lo que puede ocurrir, también en ocasiones somos víctimas de esa misma herramienta y lo que nos puede mostrar o nosotros podemos percibir no se llega a concretar o realizar.

Para finalizar este pequeño esbozo de la vida del Marqués de Araciel, contaré una videncia o aviso que tuve yo hace unos años.

Era un sábado soleado, corría el 22 de mayo de 1999. Esa mañana celebrábamos la comunión de una de mis sobrinas. Yo me levanté “raro”, me sentía mal pero no me dolía nada, era una sensación de angustia y desasosiego en un día de felicidad familiar.

Estando en el convite, me empecé a sentir muy mal. Me tome dos aspirinas para el tremendo dolor de cabeza que sin saber porque me sobrevino, eran las cuatro de la tarde…….. Era tal el dolor, que en varias ocasiones le comenté a mi Querida Madre mi mal estado de salud. Esa misma tarde y después de la asistencia a la comunión, había quedado con unos amigos de mi querido tío Diego, se trataba de S.A.I. el Príncipe de Puntarenas, que venía a Madrid expresamente para tratar de unos asuntos con tío Diego, al cual le acompañaba su ayudante de Campo y otros dos Condes amigos de la familia. Toda la tarde estuve hablando con ellos de mi tío Diego. Al regresar a casa, pasada la media noche, mi Querida Madre me informó que una íntima amiga de tío Diego había llamado y que tenía algo urgente que decirme, pues por la mañana habían ingresado en una clínica a tío Diego, pero que no nos preocupáramos porque estaba y se encontraba bien. Dada la avanzada hora de la noche, opté por dejar la contestación a la llamada para la mañana siguiente, Domingo, pues esta persona tranquilizó a mi Madre. Que poco nos podíamos imaginar que nos tranquilizó para no darnos la TERRIBLE noticia.

Es curioso que esa mañana, al levantarme me dirigí a mi Madre y lo primero que ella me dijo fue: – Esta noche ha estado tío Diego en la puerta de mi habitación–……..

Diré que el Marqués de Araciel y mi Querida Madre, la Excma. Duquesa del Camino de las Cruces, eran primos terceros y se querían mucho. Mamá tenía videncia y podía “curar” con sus manos, hay muchos testimonios que así lo pueden acreditar. Dicho esto, prosigo.

Yo le contesté a Mamá que llamaría a la clínica, pues por otras veces que él había estado ingresado tenía el teléfono. Así lo hice. Me identifiqué ante quien atendió mi llamada, y dio la casualidad que era una enfermera que ya me conocía. Lo primero que me dijo fue que me sentará y me tranquilizará, pues estaba consultando en el ordenador y constaba que la tarde del sábado, cuatro horas, le habían dado el alta a tío Diego. Yo le contesté que eso era imposible, pues nos habían informado que había ingresado por la mañana. Que poco me podía imaginar su contestación al otro lado del teléfono.

Le habían dado el alta, porque el VII Marqués de Araciel, tío Diego, había FALLECIDO el sábado 22 de mayo de 1999 a las cuatro de la tarde. El resto el lector se lo puede imaginar.
Con esté pequeño detalle he querido dejar constancia de cómo yo ese día empecé a tener esto que llaman “videncia”, la cual desde mi niñez yo también había experimentado al igual que el resto de mis hermanos, cada uno en distinto campo, pero todos encaminados en el mismo sentido. Tío Diego en una ocasión me dijo que cuando el faltase yo continuaría en cierto sentido su camino, y desde entonces así lo estoy notando. Espero y deseo que desde el mejor lugar en el que esté, me ayude y guié como SIEMPRE lo hizo en vida, al igual que al resto de mis hermanos y todas las personas que lo conocieron, trataron, quisieron y respetaron mientras estuvo entre nosotros.

Tu sobrino que te quiere y jamás te olvidará,
Carlos, Conde de Oroszlány
Gran Chambelán de la Royal and Imperial House of Orient.

A continuación, les dejo una entrevista de Jimenez del Oso con el Marqués, donde cuenta anécdotas de su vida y su manera de trabajar, además también comenta brevemente predicciones para España y el mundo.


Habría mucho que decir sobre Diego de Araciel, creo que es una persona que sería bueno que no cayese en el olvido.

Con esta intención voy a transcribir la entrevista que apareció publicada en la revista Enigmas (nº 06, año VII, junio de 2001), que a su vez está tomada de la entrevista originariamente publicada en le revista Espacio y Tiempo allá por 1991 (¡cómo pasa el tiempo!).

La entrevista fue realizada por el Doctor Fernando Jiménez del Oso, que tristemente falleció el pasado mes de marzo de 2005 en Madrid, sin duda se le echará de menos, ya que su muerte nos deja sin una de las personas que más contribuyó a la difusión y objetividad en todo lo relacionado con lo paranormal en España.

Una pequeña muestra de ello es la siguiente entrevista.

[ introducción ]
¿tú también [te diste un fuerte golpe en la cabeza]?
¿Recuerdas como empezaron tus videncias?
¿Qué tal te fue en el colegio?
¿No tenías amigos?
Entonces, ¿el espiritismo te interesa?
¿Cuándo empezó tu actividad profesional como vidente?
¿Cómo se produce tu videncia?
Y, cuando dices esas cosas, ¿de dónde te viene la información?
Veo que tienes también una bola de cristal y un mazo de cartas. ¿Los utilizas?
¿Ves imágenes también?
Y esa capacidad, ¿la controlas o surge espontáneamente?
¿Por qué problemas suelen venir a consultarte?
Y cuando ves la muerte, ¿qué dices?
Entonces, ves cosas, como la muerte por ejemplo, que son indefectibles, fatales. ¿No es así?
¿La moraleja?
Y, respecto al futuro del Mundo, ¿qué piensas?
Y España, ¿cómo se verá afectada?

 Fernando: [ introducción ]

Diego: Fui un niño inseguro, enfermizo... un niño con unos grandes traumas. Además el ambiente en casa no era muy bueno. Entonces no se hablaba, como ahora, de divorcio, pero había una tensión que yo captaba perfectamente. Creo que todos los niños se dan cuenta cuando entre sus padres no hay avenencia. Los niños son muy sensibles; no cabe duda de que hasta los 7 años de edad todos tenemos algo de videncia. Pero también hay una cosa curiosísima: casi todos los grandes videntes se han dado un fuerte golpe en la cabeza. Ahí está el libro de Sir Arthur Conan Doyle, en el que se hace un estudio muy completo de los más famosos de la época y todos habían sufrido grandes golpes en la cabeza.

 Fernando: ¿tú también [te diste un fuerte golpe en la cabeza]?

Diego: Si, tremendo. Debía de tener entonces 12 años y medio. Estaba columpiándome de la cuerda que colgaba de una viga. No sé como vivo en este momento. Estuve tres horas sin conocimiento. Ya antes tenía algo de videncia, pero después de ese golpe empecé a ver tremendamente. En esa época estaba enfermo y me pasaba mucho tiempo en la cama. Yo tenía un dormitorio que se comunicaba por una puerta de cristales con un saloncito medio abandonado. En la puerta faltaba el cristal del centro.
Aquella puerta fascinaba al pequeño Diego. En cuanto sus padres salían de la habitación, por el hueco donde faltaba el cristal, asomaba el rostro de una mujer siniestra.

Era una mujer fea, de unos 50 años. Para mí, a la edad que tenía entonces, una mujer de 50 años era algo así como la madre de Tutankamón. Iba vestida de negro y tenía la cara curtida, arrugada, parecía una campesina. Su rostro me impresionaba. El triunfo, la satisfacción que se le notaba al ver mi terror era verdaderamente sorprendente. Yo entonces me ponía a gritar. Unas veces venían mis padres y otras no. Cuando no venían, aquella mujer entraba en la habitación, se sentaba en el borde de mi cama y me miraba con una burla y un desprecio inauditos. No hablaba conmigo, pero su rostro era sobradamente expresivo: reflejaba desprecio y odio claro. Pero no era la única. También venía una viejecita adorable, con gafas de montura de oro, que, cuando yo estaba muy enfermo, se sentaba en una butaca junto a la cama y se ponía a hacer punto. Era una entidad muy dulce; me miraba con un gran amor. Esa no me asustaba, pero la otra... Ahora vuelvo a ver ese tipo de entidades. Desde hace dos años, tengo días que me siento tremendamente cansado. En esos días es extraño que no reciba alguna de esas visitas.

 Fernando: ¿Recuerdas como empezaron tus videncias?

Diego: En el Madrid de los años veintitantos no había más distracciones que el casino y las cenas 'a la americana'. Papá solía dar un paseo conmigo para que me fuera fortaleciendo. Aquel día me llevó al Casino, a recoger unos boletos para una cena con baile que iban a dar. Al subir por la escalinata de la derecha, bajaba un hombre alto, muy moreno, con la nariz un poco aguda y el pelo totalmente gris, que se paró a hablar con papá. Cuando se fue yo le dije: 'papá, ese hombre se va a morir'. El me respondió: 'no digas tonterías. Además, no se dice "este hombre", se dice "este señor"'. En casa se comía generalmente a las 2 en punto. Había manteles almidonados y una gran sopera blanca en el centro. Era como un rito. Pero un día, al poco de eso del casino, papá tardó en venir, lo que era muy raro. En vez de llegar a las 2, llegó casi a las 3: había muerto un amigo suyo. 

Yo estaba jugando con un tren horrible, de esos de hojalata, con gente asomada a las ventanas. Dije: "¿Era aquel señor (estuve a punto de decir "¿era aquel hombre") del casino?". Entonces noté por primera vez lo que luego he notado muchas veces: una mirada de desagrado. Él le dijo a mi madre: "Es verdad, tu hijo dijo el otro día que se iba a morir". Entonces los dos me miraron con el mismo desagrado.

 Fernando: ¿Qué tal te fue en el colegio?

Diego: ¡Fatal! Me expulsaron de todos los colegios. Entre que faltaba mucho por enfermedad y que luego era enormemente tímido... Me sentía muy desgraciado. Me daba claustrofobia en cuanto cerraban las puertas del aula. No quería estar ahí y me escapaba.

 Fernando: ¿No tenías amigos?

Diego: No. Recuerdo que me escondía detrás de una cómoda, en un cuarto trastero, y allí hablaba solo, me contaba cuentos a mi mismo. Yo creo que la soledad fue estimulando mi imaginación. La soledad y las largas temporadas que pasaba enfermo. 

El tiempo fue pasando y Diego se transformó en un adolescente larguirucho al que pronto se le abrieron las puertas de otro mundo menos traumatizante y más sugestivo.

Fue mi tía Antonia la que me puso en contacto con el espiritismo. Ella me llevó a una fundación carolingia de espiritistas franceses. Daban cursos con traducción simultánea. Estuve yendo mucho tiempo, pero muy pronto empezaron a pasar cosas importantes.

 Fernando: Entonces, ¿el espiritismo te interesa?

Diego: Si, toda la vida. Mira, tengo enmarcada una fotografía de la tumba de Allan Kardec. La miro cada mañana. Han pasado ya 110 años desde su muerte y aún está siempre llena de flores. El dijo: 'Nacer, morir, volver a nacer... progresar siempre. Esa es la ley'. Cuando me preguntan en muchas entrevistas si soy un dotado, un paranormal, yo respondo humildemente: 'espiritista'. Esa es mi fuente. Siempre lo he dicho: 'me concentro, pienso en una cosa... y, a través del espiritismo, se hace'.

 Fernando: ¿Cuándo empezó tu actividad profesional como vidente?

Diego: Fue al poco de terminar la Guerra Civil. La responsabilidad fue en parte de Isabel de Borbón y Borbón, hija de los duques de Sevilla, otra gran amiga mía; también una vidente maravillosa, una Acuario. Con el final de la guerra, la mayoría del país nos habíamos quedado muy mal en lo económico. Ella me dijo: 'Mira, Diego, ¿por qué no abres un gabinete de consultas? Nosotros te vamos a mandar gente, no te preocupes'. Instalé el gabinete en Meléndez Valdés 6, esquina a Vallehermoso. Tenía que abrirse un uno de mayo, pero, por las obras, se retrasó un día. Ese dos de mayo tuve tres clientes, las tres buenas amigas. Luego empezaron a venir y... hasta hoy, que ya es angustioso. Llaman hasta 300 personas diariamente. Ya es imposible... Hay veces que estoy tan nervioso que hasta contesto mal.

 Fernando: ¿Cómo se produce tu videncia?

Diego: A veces entro en un sueño 'hiperlúcido' y surge. Es contra toda lógica. Por ejemplo: me viene una señora muy abatida y me dice: 'Me dejó mi marido hace 5 años. Me siento muy sola y muy cansada. Yo no sirvo para ir a un bar y hacer amistades. Más valía la pena que me muriese'. Y yo le digo: 'no se preocupe, que su marido vuelve'. Se lo digo porque lo he visto. Y, contra toda lógica, vuelve. La videncia es así. Con mucha frecuencia, lo que captas es algo absurdo; sin embargo, se produce.

 Fernando: Y, cuando dices esas cosas, ¿de dónde te viene la información?

Diego: Mira, una voz que se refleja aquí. Eso es lo curioso: no lo oigo en la cabeza, sino aquí, en el plexo solar. No siempre. A veces es distinto, son presentimientos. A lo mejor en el momento de despedir a la persona. Cuando tengo una de esas videncias y estoy de pie, es como si me faltara apoyo, como si me faltaran las fuerzas. Lo del padre de Julio Iglesias, fue igual. Una semana antes de que apareciera, yo le vaticiné que sería el 17 de enero, cerca de Burgos. Se publicó en un periódico. Luego, cuando apareció, la 'Hoja del Lunes' dijo: 'El vidente acertó de nuevo'. Hay muchas cosas que no pueden publicarse, pero recibo con relativa frecuencia consultas de ese tipo.

 Fernando: Veo que tienes también una bola de cristal y un mazo de cartas. ¿Los utilizas?

Diego: No son imprescindibles, pero me ayudan. Las cartas son como el armazón de hierro de un edificio; sobre ellas edifico la videncia, veo los matices, los detalles. Pero me puedo pasar sin ellas. En una ocasión, en una casa de campo, no me había llevado los naipes, y me arreglé utilizando siete y ocho guijarros. Yo creo que mirando las cartas, o lo que sea, me provoco como una autohipnosis. Hay veces que estoy cansado y reposo en ellas: me van creando imágenes, visiones, y sin que me de apenas cuenta, surge la videncia. En ocasiones es con una gran fuerza, como en el caso de las muertes, que me asustan. Son hechos tan concretos, tan evidentes, que deben estar escritos con letras mayúsculas en el archivo akáshico.

 Fernando: ¿Ves imágenes también?

Diego: Veo muchas imágenes. Mira, esto de taparme los ojos con las manos es un gesto muy mío. A veces, al separar las manos, veo, por ejemplo, a una persona. Una vez, estando con un amigo, él me notó nervioso. Me preguntó: '¿Qué te pasa?' 'Nada -le dije-, que estoy viendo a una señora muy guapa apoyada en tu hombro, bajita, vestida de negro, y con parte de la cara quemada'. Se llevó un susto terrible, porque le estaba describiendo exactamente a su madre.

 Fernando: Y esa capacidad, ¿la controlas o surge espontáneamente?

Diego: Si, la puedo provocar. Hay veces que, por la importancia social de la persona que va a venir, o por cualquier otra razón, tengo que quedar maravillosamente. Entonces, esa tarde no trabajo, descanso dos horas y tomo un té muy cargado. De esa manera tengo una videncia aterradora.

 Fernando: ¿Por qué problemas suelen venir a consultarte?

Diego: Pues mira, me hablan mucho de amor. Eso me conmueve. Aunque sea una señora de 70 años, no se queda contenta si no le dices que cuando era joven había una persona que la amaba. Los hombres, generalmente, vienen a interesarse por lo económico. Vienen muchos banqueros y empresarios. Luego hay un grupo adorable, lleno de ternura: son personas que no han vivido grandes romances, u sueñan. Son mis grandes amigos. Tienen unas ilusiones inacabables. A lo mejor, pasan de los 60, pero, como no tienen hijos, no se dan cuenta de su edad, no tienen al lado alguien que les recuerde cómo pasa el tiempo. A las solteroncitas las quiero de una manera que no te puedes imaginar. Y entonces, ¿sabes lo que hago? No debiera hacerlo, lo sé, pero les fomento esas ilusiones. Lo necesitan para llenar su vida. Si les quito esa ilusión ¿qué les doy a cambio?

 Fernando: Y cuando ves la muerte, ¿qué dices?

Diego: Avisarlo, pero de una manera vaga. Por ejemplo, le digo: 'parece que su marido tendrá un gravísimo accidente en septiembre, o, todo lo más, en octubre'. El otro día me vino una señora. Al final de la consulta me enseñó la lengua '¿usted cree que será algo malo?' Yo me quedé...La tenía negra. Había visto su muerte próxima y por un cáncer. Le dije: 'no sé, vaya sin falta al médico'. En fin, cómo iba yo a decirle... Si se lo digo, se me muere la pobre allí mismo.
 Fernando: Entonces, ves cosas, como la muerte por ejemplo, que son indefectibles, fatales. ¿No es así?

Diego: Si es la muerte, yo veo que esa persona no tiene remedio. Se ve sin ninguna duda. Si me enseñan la fotografía de una persona que ha muerto, veo una niebla gris y detrás: nada. Pero si no está muerta, si hay alguna posibilidad, entonces se ve detrás. Además, siento una extraña sensación de optimismo si el problema se va a solucionar. Si estoy viendo una vida que es muy conflictiva y no siento angustia interior, es que eso se va a arreglar. Por el contrario, si siento una gran sensación de agobio, un peso en la cabeza, es que eso no tiene solución.

 Fernando: ¿La moraleja?

Diego: En otros temas no es así, el futuro no está totalmente hecho, ciertas cosas las podemos cambiar. Lo kármico es imposible modificarlo, pero las consecuencias de una enfermedad, por ejemplo, se pueden evitar, porque no son kármicas. Ahí está el caso de Anna S., que alargó su vida hasta los 90 años, estando desahuciada dos veces: a los 15 y a los 30.

Fernando: Y, respecto al futuro del Mundo, ¿qué piensas?

Diego: Pues mira, las grandes guerras ya están desterradas para siempre. Lo que si creo es que Nostradamus estaba en lo cierto; entre otras razones, porque no se equivocó nunca. En el año 1999 habrá una gran catástrofe. Aunque yo pienso que no será exactamente en ese año, sino en el 2003. No me refiero al fin del Mundo. Me refiero a un terremoto grande, a una catástrofe colosal. Sin embargo, yo pienso, no sé por qué, que será en el 2003. El terremoto final, el grande, empezará en las costas de Florida, en San Diego, en toda esa parte de California. Toda la falla de San Andrés se hunde. También será peligrosísimo para Perú. Y para Chile. Ese final también afectará a Europa. Rumanía la veo amenazadísima. Italia también queda casi totalmente destruida.

 Fernando: Y España, ¿cómo se verá afectada?

Diego: Hasta Albacete. Valencia, Murcia y las Baleares prácticamente desaparecerán. Según lo que yo creo, el mar podría llegar hasta Albacete. El terremoto entra en la península por Granada.

Fuentes