viernes, 9 de agosto de 2013

“Barbie de la vida real” revela comunicación con extraterrestres a través del lenguaje de la luz

La modelo ucraniana Valeria Lukyanova, quien ha modificado su cuerpo para parecerse a Barbie, es también una maestra espiritual que dice comunicarse con extraterrestres: lo mismo enseña tips de dieta y maquillaje que a viajar a las estrellas. 


Valeria Lukyanova es una modelo ucraniana que se sometió a numerosos procedimientos de cirugía plástica para parecerse a Barbie, la icónica muñeca con la que juegan millones de niñas en el mundo y que se ha convertido en el paradigma de la belleza occidental. La belleza plástica, sello Mattel, de esta joven de 23 años ha hecho que sea objeto del morbo mediático. Pero si de por sí la historia era llamativa –una chica que decidió, según controversial información, pagar 800 mil dólares para parecerse a una muñeca que todos conocen y así lanzarse a la fama–, ahora nos enteramos que Lukyanova además de tener una belleza casi extraterrestre también sostiene tener conversaciones con seres de las estrellas y cotidianamente realizar viajes astrales.

La también conocida como “Barbie de la Vida Real”, protagoniza un nuevo documentar de Vice, llamado Space Barbie, en el que la modelo ucraniana habla sobre su labor como maestra espiritual y el choque que a veces genera la frivolización de la apariencia con sus enseñanzas en la mente de algunas personas. 

El sitio The Daily Beast publica una entrevista con esta Barbie Telepática. Ahí Lukyanova revela que tiene extensa experiencia viajando por las dimensiones sutiles de la realidad, en su cuerpo astral.”Puedo viajar por todo el mundo, pasado y futuro. Y compartió mis ideas sobre la dieta con las personas”. Su doctrina mezcla consejos cosméticos con sabiduría cósmica, magia y maquillaje. Por ejemplo comer pequeñas porciones de vegetales y hierbas permite tener mejor energía y emociones más puras. 


Sobre su comunicación con extraterrestres, la cual aparece en su próximo libro: “Es todo el tiempo. Pero no me comunico verbalmente –hablamos en el lenguaje de la luz. He aprendido de ellos. Ahora sé que mi espíritu es muy viejo. Y también que los humanos son la civilización menos sofisticada –estamos en el nivel más bajo de la evolución. 

Los extraterrestres me han ayudado ha entender todo sobre la creación de nuestro mundo. Y sucede que la verdad no tiene mucho que ver con cómo las religiones la han interpretado. Esta falta de evolución la motiva a no querer tener un hijo en este planeta –ya que su espíritu sabe que no es “humana” y pertenece a las estrellas. Información que abre otro misterio, la negativa de Lukyanova a revelar el nombre de su esposo, quien podría ser según se especula en la entrevista, de otro planeta. 

El caso de Valeria Lukyanova es sin duda estrambótico, una de esas joyas que disfruta alguien con un paladar informativo amplio y sensible a lo bizarro. Pero la intención no es ridiculizar o burlarse de su forma de ver el mundo. Si bien es innegable que puede generar ciertas sonrisas –y a otros les generará también un raro atractivo sexual (el cual podría explorarse en el diván), el caso es relevante dentro de la pluralidad y la visión acrisolada de la realidad. ¿Se trata de una farsa en búsqueda de fama, como aquel filipino que se sometió a cirugía acelerada para parecerse a Superman? ¿Se trata de una manera peculiar de entender la realidad donde la luz de la celebridad son también las estrellas y las voces de las conciencias siderales? ¿Se trata de una manipulación por conciencias astrales hambrientas? Me hace pensar en el trabajo de Jason Horsley investigando el fenómeno OVNI, las abducciones, el autismo y su relación con el trauma. Horsley sugiere que existe una relación entre personas que han padecido experiencias traumáticas y los supuestos contactos extraterrestres –una hipótesis que resuena con la película Mysterious Skin, de Greg Araki. La fragmentación de la psique, su exabrupto, su depuración o confusión transferida en nuestra narrativa habitada por visitantes cósmicos, los llama, se refugia en ellos –pero descartar estos fenómenos y decir simplemente que no son reales sería una reducción igualmente pueril.