lunes, 12 de agosto de 2013

El evangelio del Piel Roja por Ernest Thompson Seton y Julia M. Seton

El texto que van a leer a continuación, corresponden con el prólogo del libro:

En marzo  de 1905 nos encontrábamos en Los Angeles, durante una gira de conferencias. A la mañana siguiente de la conferencia, vinieron a vernos al Hotel Van  Nuys algunos amigos del Este, los cuales, dirigiéndose al Jefe (1), dijeron; «Tenemos  un recado para ti. Hay  una mujer extraña en las Colinas que desea verte».

Así pues, tomamos el tranvía hasta el final de la línea, y luego nos dispusimos a subir lo que creo que ahora llaman las Colinas de Beverley (Beverley Hills). En la verde ladera, un poco  más arriba, había una casita de campo blanca, y delante de la misma estaba una mujer  vestida como la mujer de un granjero y que agitó su delantal cuando nos acercamos.  Nos la presentaron como un Mahatma de la India, aunque nacida en Iowa. Había  abandonado su hogar cuando era niña, había pasado muchos años estudiando con los  Grandes Maestros, y ahora volvía a América con una misión. Tenía un aspecto extraño.  No sabíamos decir si tenía treinta años o ciento treinta. Su piel era como un pergamino  ocre y estaba surcada por miles de líneas tenues que no eran lo bastante profundas para  ser arrugas. Sus ojos tenían la mirada abstraída y velada de una mística.

Su conversación giró sobre lugares comunes, mientras nos servía café y galletas. Nos  preguntábamos por qué nos habría mandado llamar. Finalmente, al cabo de una hora,  nos levantamos para irnos. Entonces, de repente, se volvió hacia el Jefe con un cambio  total en su mirada y su porte. Con ojos inflamados y con tono autoritario, dijo; “¿No  sabes quién eres?”.



La sorpresa nos redujo al silencio, mientras ella continuaba; “Eres un Jefe indio reencarnado para transmitir el Mensaje del Indio a la raza blanca, que tanto lo necesita. ¿Por qué no pones manos a la obra? ¿Por qué no comienzas tu tarea?”. 

El Jefe se turbó como quien siente remordimientos. No despegó los labios en todo el  trayecto de vuelta, y hasta mucho tiempo más tarde no se habló del incidente. Pero yo sé que aquella extraña mujer había hecho que él concentrara sus pensamientos en la misión  en la que había estado trabajando de modo vago durante algunos años y nunca, en su larga vida, dejó él ya de concentrarse en !o que ella había denominado “su tarea”.

Por consiguiente, tras años de investigación, hemos estimado que era nuestro deber y  nuestro privilegio recopilar los resultados de nuestros trabajos y darles la forma de un  mensaje concreto.

* * *

Cuando el original estuvo terminado, nos visitó un rabino judío, gran erudito, el cual,  después de una atenta lectura, dijo; “Pero si esto es puro judaísmo”. Nos satisfizo  mucho  su ratificación. Unas semanas después, dos pastores presbiterianos de los Estados del Este declararon que “aquello era exactamente lo que la actual Iglesia  Presbiteriana enseñaba”. Un arzobispo católico griego nos aseguró que era “puro catolicismo, despojado de  ciertos ritos y ceremonias”.Un cuáquero dijo que era justo lo que su Iglesia predicaba; Y un pastor unitario declaró que era “el unitarismo emersoniano más puro”. Finalmente, un masón dijo que no era otra cosa que las enseñanzas de su Orden.

Así pues, parece que debe de tratarse de auténtica religión, puesto que es universal,  básica y fundamental. Como corolario, pues, debe ser aceptable para un mundo que busca salir del dogma y alcanzar la verdad.

Pueden leer el libro en https://docs.google.com/ y si busca en Internet podrá encontrar múltiples enlaces para descargarlo  en formato .pdf