jueves, 8 de agosto de 2013

El narcotraficante Pablo Escobar: el patrón del mal



Pablo Escobar ha sido el narcotraficante más influyente y poderoso en la historia. Fue él quien desató, a gran escala, el sicariato en Colombia, y también quien creó el primer grupo paramilitar colombiano. Declarado el séptimo hombre más rico del mundo en 1989, Pablo levantó un imperio narco sin parangón…


El padre de Pablo Escobar Gaviria era agricultor y ganadero; su madre, maestra. En la foto lo vemos de niño

Pablo Escobar Gaviria nació el 1 de diciembre de 1949 en El Tablazo, Vereda de Río Negro, en Colombia. Fue el tercero de siente hijos, con Roberto de Jesús y Gloria Inés antes que él; y, después de él, Argemiro, Alba Marina, Luz María y Luis Fernando. Sus padres fueron Abel de Jesús Escobar Echeverri (un ganadero y agricultor) y Hermilda de los Dolores Gaviria Berrío (una maestra rural).

Contrariamente a como se ha pensado, los orígenes de Escobar no son socialmente humildes sino que más bien hallan sus raíces en distinguidas y tradicionales familias antioqueñas. Así, en su familia se cuentan a personajes como el abogado y político José Obdulio Gaviria, la ex Primera Dama Isabel Gaviria Duque, o el destacado intelectual Joaquín Vallejo Arbeláez, quien fue padrino de bautismo de Pablo. No obstante, palabras proferidas por el propio Pablo son lo que ha hecho pensar a la gente que sus orígenes fueron completamente humildes, cosa que solo es cierta en el sentido de que Escobar no desconoció tempranamente la necesidad material; dijo así: “Mi familia no tuvo unos recursos económicos importantes y vivimos dificultades como las que vive la mayoría del pueblo colombiano, entonces no somos ajenos a esos problemas, los conocemos profundamente y los entendemos”

Con la ilegalidad corriendo en sus venas


El abuelo de Pablo (arriba) fue traficante de whisky cuando éste ere ilegal

Roberto Gaviria Cobaleda, el abuelo materno de Pablo, había sido un destacado contrabandista de whisky a principios del siglo XX, cuando tal bebida era ilegal. La sangre de Escobar no estaba limpia de tendencias contrarias a la ley, y el futuro lo mostraría pues, si bien inicialmente comenzó con inocuas actividades comerciales —intercambio de comics y revistas, préstamos con bajo interés— que mostraban aquella habilidad suya para los negocios que señalara su madre, posteriormente Pablo se encaminó hacia cosas algo turbias como vender exámenes y robar lápidas de los cementerios para regrabarlas y venderlas. Pero el tiro de gracia vino cuando su primo Gustavo Gaviria lo introdujo en el tráfico de cocaína… Su madre debió estar atenta al holor a marihuana de los porros que Pablito se fumaba para relajarse cuando ella lo regañaba de adolescente; pero no, nunca olió el humo de la marihuana en el cuarto de su hijo, ni vio resplandecer en su aguda mirada el chispazo algo enajenado de quien intuye en el delito un atajo hacia el éxito…

Debutando en el narcotráfico con latigazos a la oligarquía

En 1969 Pablo había terminado su bachillerato y posteriormente logró ser admitido como estudiante de Economía en la Universidad Autónoma Latinoamericana de Medellín, dentro de la cual estaban algunos de sus primos Gaviria, como el tal José Obdulio. Sin embargo, movido por sus propias tendencias y por la nociva influencia de su primo Gustavo Gaviria, Pablo se dio cuenta de que, en vez de matarse estudiando por más de tres años, podía conseguir el mismo éxito con la cocaína… Por eso dejó la universidad y se dedicó a ser intermediario, realizando viajes hacia Perú para comprar la pasta de coca (en base a la cual se elabora la cocaína) y posteriormente venderla a traficantes que la llevaban a USA.

Sin embargo su visión empresarial, su voluntad emprendedora y su inteligencia, lo convirtieron rápidamente en líder dentro del ámbito, de tal modo que en 1971 se vio involucrado en el secuestro y asesinato del industrial Diego Echeverría y del narcotraficante Fabio Restrepo después, en 1975, así como de los policías Luis Fernando Vasco Urquijo y Jesús Hernández Patiño, ambos mandados a matar en 1976 por tratar de extorsionar a Pablo.


Pablo empezó su ataque a la oligarquía mandando a incendiar la finca de Fabio Echeverría Correa, hacendado que se oponía a sus proyectos. Al día siguiente, mandó a quemar El Vagón…

Pero lo peor estaba por venir, y aquello inició con la campaña de Escobar en contra de los ricos hacendados, quienes se habían constituido en un obstáculo para sus negocios. Y es que el lema de Escobar era claro: “Plata o plomo”; es decir que, o aceptabas sus generosos sobornos, o caías ante las balas de sus sicarios. Claro que los ricos pensaron inicialmente que Pablo no hablaba en serio; pero, tal y como cuenta —en el libro Pablo: sangre, traición y muerte, texto que citaremos algunas veces a lo largo del artículo— el lugarteniente (el jefe de sicarios) de Escobar, John Jairo Velásquez alias “Popeye”: ‹‹Ante el discurso del gobierno y la presión de la sociedad antioqueña por expropiar los bienes de los narcotraficantes, Pablo Escobar decide atacar personalmente a los ricos de Colombia. Va a la finca de Fabio Echeverría Correa, presidente de una de las empresas más importantes del país (…). Escobar ordena que rodeemos la casa, con los tres carros, a prudente distancia uno del otro. Pablo se adelanta rumbo a la finca. Entramos a la mansión con nuestras armas. Todos portamos fusiles R-15 y el Patrón su ametralladora MP-5. No hay servicio de vigilancia ni cámaras. Pieza por pieza revisamos hasta el último rincón. Una mujer y dos empleadas de servicio son las únicas en ese momento. La mujer, al ser indagada por Pablo, manifiesta ser la esposa de un hijo del propietario (…) Con las manos cruzadas y apretadas contra su boca, en señal de piedad y temor, no modula palabra alguna (…) Un perezoso perro San Bernardo es sacado por Tato, casi a rastras, desde la alcoba principal. El jefe ordena sacar a las mujeres de la casa, mientras el Trompón, Mamey y Paskin aparecen con galones de gasolina. Yo, al lado de Escobar, observo todo el operativo (…) (Los otros) vigilan a las tres mujeres, quienes ya sospechan las intenciones del Capo. Pablo ordena que rocíen y esparzan la gasolina por todo el lugar, especialmente sobre los muebles, los cuadros, las paredes y la ropa de los armarios. Los tres hombres obedecen y de arriba a abajo impregnan la casa de combustible, terminando en las caballerizas (…) Pablo ordena abrir las puertas de las caballerizas para que seis hermosos caballos salgan galopando. Las tres mujeres horrorizadas se miran unas a otras y no dicen nada. Todos nos retiramos, junto con ellas. El perro no se separa de su ama. Dando una muestra de lo que se le viene al país, Escobar enciende un fósforo y lo acerca a un camino de gasolina que Paskin ha traído hasta los pies del jefe. El incendio comienza tímidamente. Pablo ordena entonces que vayamos a los vehículos. No habrían transcurrido tres minutos cuando oímos una pequeña explosión (…) Ya la casa arde con fuerza. Escobar se queda mirando en silencio durante cinco minutos las inmensas llamas. Al día siguiente, encarga a Pinina que organice la quema de El Vagón, un símbolo de la oligarquía antioqueña. Se destruyen cuatro fincas más, de empresarios reconocidos››.

El gran benefactor de los pobres

Así como se granjeó el odio de los estamentos sociales privilegiados, Escobar también se ganó el amor de los pobres. Unos piensan que su filantropía era completamente sincera, otros que estaba motivada por la megalomanía, y otros que ésta era una astuta forma de dar una imagen positiva para tener mayor margen de hacer el mal sin consecuencias nefastas, cumpliendo así con la frase de La Rochefoucauld, según la cual “muchas veces hacemos el bien sólo para poder hacer el mal impunemente”.


Desde sus inicios, Pablo (arriba) ayudó a los pobres: les hizo casas, les dio empleos, les consiguió servicios de agua y electricidad, y hasta canchas de fútbol. Los desfavorecidos siempre lo quisieron.

Sea cual fuere el caso, Escobar dio casa, comida y trabajo a los pobres, muchas veces sin conexión alguna con el narcotráfico. Construyó hospitales y canchas deportivas; brindó servicios de agua y electricidad, creó fuentes de empleo… Pero la cima de su filantropía fue el programa “Medellín sin Tugurios”, en el cual creó un barrio de trescientas casas que regaló a los habitantes del basurero y a los pobres que dormían en las calles. Gracias a esta generosidad asombrosa, el pueblo lo protegió de la Justicia, muchos de ellos (de los pobres que ayudó) se convirtieron en sicarios suyos, y no pocos fueron sus votos cuando se metió a las elecciones en su etapa de político. Las cosas eran claras para cualquiera: al pueblo no le interesaba lo limpio que fuese el dinero con el cual Pablo ayudaba, al pueblo solo le interesaban los hechos, las cosas concretas, los bienes tangibles, porque había sido víctima de la desigualdad por siglos y lo seguiría siendo, de modo que, si ese dinero venía de la droga, los más perjudicados eran los burgueses y la gente de la alta sociedad, siendo éstas las clases que en parte eran culpables de la miseria popular…

El “Zar de la cocaína”

Junto con Carlos Lehder, Gonzalo Rodríguez Gacha, Jorge Luis Ochoa y sus hermanos Fabio y Juan David, Pablo Escobar fundó, en condición de líder, el Cártel de Medellín. Ya en los setenta se convirtió en un individuo clave en el tráfico internacional de cocaína, y posteriormente (1989) habría de ser declarado como el séptimo hombre más rico del mundo por la revista Forbes.


Pablo y su joven (15 años) esposa “Tata”, en el día de la boda

Durante esa misma década, en el año 1976, Pablo (obviamente en parte por su gran fortuna) consiguió conquistar a una bella quinceañera llamada María Victoria Henao Vallejos, a la cual llamaba cariñosamente “Tata”. Fue con ella con quien se casó y tuvo a Manuela y a Juan Pablo, hijos a los que siempre amó y cuidó, al igual que a Tata, mujer a la que jamás abandonó (incluso le seguía mandando flores años después de haberse casado) pese a las múltiples amantes que tuvo.

Volviendo a los asuntos del narcotráfico, ya desde sus inicios, tan grande fue el imperio de Pablo que Popeye (su jefe de sicarios) cuenta lo siguiente con respecto a la alianza entre su patrón y los revolucionarios sandinistas de Nicaragua: ‹‹Los sandinistas recibían de Pablo Escobar entre quinientos y mil dólares por cada kilo de cocaína, dependiendo del tamaño del embarque. Aparte de esto, cobraban doscientos dólares por el almacenamiento y custodia de cada kilo de coca››

Otro punto decisivo que muestra la importancia de Escobar, es el hecho de que éste creara el primer grupo paramilitar moderno de Colombia en 1981. Se trataba del MAS, cuyas siglas significaban “Muerte a Secuestradores”. Este grupo nació básicamente como una respuesta de Escobar a los secuestros y acciones guerrilleras en su contra, como fue el secuestro de su propio padre, al cual Pablo logró rescatar, matando después, con ayuda de sus hombres, a todos los secuestradores, excepto a uno que escapó…


Pablo (derecha) hablando en el Congreso, donde llegó a ser congresista suplente

Paralelamente a sus actividades como narcotraficante, Pablo estuvo de candidato al Congreso en enero de 1982, y poco después obtuvo el rango de congresista suplente, pudiendo así alcanzar algo de poder político con que contribuir a fortalecer la cortina de sus ilícitos negocios.

Ahora bien, si algo fue decisivo en el ascenso al poder mafioso de Escobar, eso fue la famosa Hacienda Nápoles, erigida sobre un terreno de 3000 hectáreas, adquirido por Pablo en 1979 al precio de 63 millones de dólares… Allí Pablo construyó lujosas mansiones, hizo lagos artificiales, edificó canchas de fútbol (en las que practicaron equipos profesionales), creó una plaza de toros, levantó laboratorios para procesar coca, construyó dinosaurios en tamaño natural para que su hijo jugara con ellos, plantó miles de árboles, y creó un helipuerto y dos pistas de aterrizaje, llegando a constituirse la Hacienda Nápoles, para el año 1983, en un aeropuerto internacional del mundo narco, donde en promedio se realizaban tres o cuatro vuelos diarios de aviones repletos de cocaína…

Lejos de deleitar solo a Pablo y su gente, la Hacienda Nápoles se constituyó en un lugar que por cierto tiempo las familias colombianas, pagando una razonable tarifa, podían visitar. De ese modo, detrás de la puerta coronada por la primera avioneta en la que Escobar hizo un vuelo con coca a USA, yacía esperando el fantástico zoológico de Pablo, donde los habitats naturales de los animales estaban reproducidos, y además estaba la mayor colección de aves en cautiverio de toda Colombia, y un inmenso abanico de especies como: elefantes, canguros, jirafas, cebras, gacelas, búfalos, avestruces, ciervos, tortugas, venados, ñus, hipopótamos, canguros, leones, tigres y rinocerontes. Era un lugar fantástico, donde se cuenta que un canguro sabía jugar fútbol y el mismo Escobar, entusiasmado por lo bien que la gente la pasaba allí, se unía en ciertas ocasiones a los recorridos de sus visitantes.

Pero la Hacienda Nápoles también tenía un lado turbio: allí se realizaban ejecuciones, y fiestas donde la cocaína se movía como si de cócteles se tratase, en compañía de sensuales y bellas prostitutas que deleitaban a los presentes con shows de orgías lésbicas, encuentros individuales y otras cosas; aunque, además de éstas prostitutas, estaban jovencitas menores de edad (muchas veces vírgenes) que el propio Escobar, con su poderosa fortuna, pedía para él como quien pide, sin dificultad alguna, una pizza a domicilio…


Foto de la Hacienda Nápoles, cuyos terrenos tenían 3000 hectáreas. Allí Pablo tenía pistas de aterrizaje, avionetas, helicópteros, canchas, mansiones, zoológico, plantas para procesar cocaína, etc…

Aunque no todas las fiestas eran de ese tono, pues El Patrón (así le apodaban a Escobar) solía realizar fiestas de disfraces en las que se vestía de personajes violentos, principalmente de gangsters o de revolucionarios zapatistas, pues Pablo, movido por una auténtica convicción ideológica, admiraba al revolucionario mexicano Emiliano Zapata.

Volviendo a las actividades criminales de Escobar, el general Hugo Martínez aclara que, lejos de lo que muchos pensarían, la droga no era el único negocio de Pablo: “Los secuestros fueron la base de todos los crímenes de Escobar en Medellín; la droga no fue el negocio más importante, sólo el más rentable. Pero él secuestraba a gente, le pedía dinero y con frecuencia la mataba igualmente”
Escobar, un modelo a seguir en el mundo narco

Pablo Escobar logró pasar a la historia como el paradigma del narcotraficante, como el narco que condensa en su persona la esencia de lo que significa ser un narcotraficante. Él llevó un estilo de vida que muchos narcos intentaron seguir, y creó y empleó procedimientos y técnicas que servirían de modelo a futuras generaciones de narcotraficantes, tanto fuera como dentro de Colombia.

Coleccionaba autos lujosos (tenía más de cuarenta autos deportivos en el Edificio Mónaco de Medellín); sus bienes raíces incluían fincas, centros comerciales, mansiones, casas, edificios, oficinas, sumando entre todo ello un total de más de quinientos predios de propiedad suya; tenía motocicletas, lanchas, avionetas, helicópteros…


Pablo creó la narcocultura. Fue él quien creó el concepto del narco rodeado de mansiones, autos y mujeres, y fue en su persona que comenzó a inspirarse el narcoarte, del cual vemos muestras arriba.

Fue él quien introdujo el uso del submarino para traficar droga, y quien usó, en el narcotráfico, de forma sistemática técnicas y procedimientos como: aves mensajeras; libros huecos para llevar armas y droga; ejecuciones (a veces simultáneas, en masa) y tortura para narcotraficantes rivales y para traidores; intimidación mediante envío de cabezas cortadas a las autoridades; empacamiento de cadáveres en bolsas plásticas y eliminamiento de los mismos dejándolos por montónes en parajes despoblados y basureros; infiltramiento en diversos ámbitos del poder, sobornando o intimidando a funcionarios, autoridades, militares, policías, jueces, abogados y políticos, o bien infiltrando a sus agentes en los diversos estamentos del aparato estatal; equipamiento moderno de su brazo armado (toda organización narco tiene una división o brazo armado), con fusiles automáticos, chalecos, AK-47 y otras metralladoras; y, claro está, conducción del conflicto al espacio urbano, pues, como dicen, “Escobar llevó la guerra a las calles”…

De ese modo, por muchos años Pablo fue el rey, el “Zar de la cocaína”. No sorprende entonces que fuese a raíz de su figura que se erigiese la llamada “cultura del narco”, con sus manifestaciones en la narcotectura (la arquitectura de las mansiones lujosas y vulgares de los narcotraficantes); la literatura del narco (donde los traficantes tienen el protagonismo de las historias); el narcocine (con películas de bajo presupuesto, mediocre o mala manufactura y abundantes tiroteos, ejecuciones y demás escenas sangrientas); el narcoarte (con pinturas y esculturas inspiradas en los narcotraficantes y el mundo narco); y la narcomúsica (con canciones que hablan de las vidas de los narcos, contándonos sobre sus luchas y amores).

El primer gran revés


Tranquilandia, una de las dos plantas de procesamiento de cocaína que la Policía le descubrió a Pablo Escobar.

Pese a que en 1989 la revista Forbes lo declaró el séptimo hombre más rico del mundo, antes Escobar debió afrontar diversos infortunios, como lo sucedido el 8 de marzo, cuando la Policía Antinarcóticos le descubrió dos grandes complejos para el procesamiento de cocaína: Tranquilandia y Villacoca, en las selvas del Yarí, dentro del Departamento de Caquetá. Cuenta así Popeye: ‹‹Las gigantescas instalaciones son la prueba del imperio de la droga en Colombia. Tienen dos pistas para los aviones, todo lo necesario para el movimiento de insumos, mucho personal, pasta de coca en abundancia y finalmente, la cocaína lista para el consumo. De allí decolaban los aviones de la mafia, con droga, hacia los Estados Unidos. Las autoridades destruyen cuarenta laboratorios más; detienen a cuarenta y cuatro personas y alrededor de 250 trabajadores huyen, selva adentro, buscando el río Yarí, llevándose consigo cerca de quince toneladas de cocaína a cuestas. Decomisan diecisiete toneladas de coca listas para su exportación. Los campamentos están dotados de televisores, licuadoras, microondas, aire acondicionado, baños con agua potable, todo alimentado con plantas eléctricas a partir de gasolina. Cinco aviones son confiscados. Las imágenes de Tranquilandia y Villacoca le dan la vuelta al mundo.››

Como se puede pensar de las palabras del lugarteniente de Escobar, existía personal de la Fuerza Aérea que estaba comprado por El Patrón, y así el Coronel Jaime Ramírez, el capitán Macana y otros oficiales, son expulsados tras el siniestro descubrimiento, en el cual Escobar y Gonzalo Rodríguez Gacha fueron señalados, tras las indagaciones debidas, como los dueños de los laboratorios…

Sin duda Pablo sintió el golpe en su billetera y en su imagen pública, pero pronto llegaría el gran Miguel, y con él se desataría el fuego de la venganza y el terror…

Miguel, el Maestro de las Bombas


Jorge Luis Ochoa, socio de Escobar que le habló de “Miguelito”, un terrorista de ETA que habría de contribuir con sus destacados conocimientos sobre explosivos…

Todo cambió cuando El Negro (uno de los principales de Escobar) le contó a Pablo que, mientras estuvo preso en USA, conoció a Miguel, un terrorista de ETA con fama de gran experto en explosivos. Cualquiera simplemente habría oído con interés la historia, pero Escobar sabía lo que se podía hacer con todo el dinero que tenía; y así, antes de que acabara la conversación, tuvo la brillante idea de invertir unos cuantos miles para traer a Miguel. Y así fue, en diez días lo ubicó, y en quince El Negro lo llevá a la mansión de Escobar, en la Hacienda Nápoles.

Miguel se sienta en el comedor, le traen un refresco, El Negro sube a la habitación de Escobar y en poco tiempo Escobar baja con El Negro, frotándose las manos como quien ha encontrado por fin lo que tanto buscaba. Miguel, entusiasmado, se levanta y le saluda con naturalidad: “¡Hombre, Pablo, que gusto conocerte!”, le dice con acento español mientras le estrecha la mano, en un apretón que bañaría en sangre la historia de Colombia.

En poco tiempo Escobar manda a buscar a “un hombre inteligente y despierto” para que tome un curso con Miguel, y Pinina (quien también fue jefe de sicarios; pero, a diferencia de Popeye, murió después…) le sugiere a un familiar suyo que estudiaba Ingeniería Electrónica en la Universidad de Antioquia. Todo habría de salir perfecto: el familiar de Pinina aprendería muy bien las técnicas de Miguel; y éste, absteniéndose de bebidas, drogas y chicas, trabajaría como un científico-terrorista en la hacienda del Patrón…

“Plomo” para Cano y Bonilla

El periodista Guillermo Cano, dueño y editor del diario El Espectador, abrió el debate sobre el origen real de los bienes de Escobar, haciendo que el debate sobre el dinero del narcotráfico llegase al Parlamento. Luego, en agosto de 1983, el Ministro de Justicia, Rodrigo Lara Bonilla, demostró que la fortuna de Escobar no tenía orígenes limpios, y el diario El Espectador atizó el fuego publicando una ficha policial de 1976, en la que se mostraba una detención de Pablo Escobar…



Pablo mandó a matar a Guillermo Cano (foto) porque éste perjudicó su imagen.

Por ello la madre de Pablo le dio un buen sermón, y a Pablo, a pesar de sus años, le afectó mucho el asunto, porque siempre tuvo en un pedastal a su madre y a la opinión de ésta. Pablo se sentía afrentado, y el fuego de su ira creció cuando, por el daño a su imagen, los colegios de pago rechazaban a sus hijos y los clubes de la alta sociedad lo excluían… Pero Pablo se vengó, mandando a matar a Guillermo Cano y a Lara Bonilla. Sobre el asesinato del segundo, ocurrido el 30 de abril de 1984, Popeye escribe lo siguiente: ‹‹El Patrón (…) sentencia: “Hay que matar al Ministro”. Sabe que puede ser peor el remedio que la enfermedad, pero se la juega toda y va de frente. El comando de Pablo idea varias formas de ejecutar a Lara Bonilla. Una de ellas es dispararle ráfagas de fusil, desde una ambulancia. Pinina va a su barrio, Campo Valdés, y contrata a Byron Velásquez, apodado Quesito, y a Iván Daría Guisado. El primero es un hombre diestro en el manejo de motocicletas y el segundo, un consumado asesino. Con una moto Yamaha sin pasado y una ametralladora Atlanta calibre 45, junto con Pinina, viajan a la ciudad de Bogotá, Chopo, Oto y la Yuca; optan por ametrallar al Ministro en el desplazamiento desde su casa al Ministerio de Justicia (…). El Ministro es celosamente custodiado por el DAS, pero su carro oficial no está blindado; allí encuentran su talón de Aquiles… (…)…la historia del país se rompe en dos: desplazándose en un automóvil oficial Mercedes Benz, por la Avenida 127 al norte de Bogotá, la mano de Pablo Escobar alcanza al Ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla. Una ráfaga de ametralladora depositada en su humanidad por Iván Darío, pone fin a la disputa (…), pero inicia un gran baño de sangre en el país.›› En cuanto a Guillermo Cano, éste fue mandado a matar después de que denunciara la mano de Escobar en la toma del Palacio de Justicia por parte del M-19, asunto del cual se hablará posteriormente, luego de aclarar el tema de Los Extraditables.
Los Extraditables

A raíz del atentado contra Lara Bonilla, se creó el grupo de Los Extraditables, conformado por Pablo y todos los narcos susceptibles de ser entregados a la justicia de Estados Unidos. “Preferimos una tumba en Colombia que una celda en los Estados Unidos”, tal era el lema de Los Extraditables, constituido en su mayoría por miembros del Cartel de Medellín. Consecuentemente, éstos habrían de luchar hasta las últimas consecuencias para que no entre en vigencia ningún tratado de extradición, y lo harían comprando periodistas, publicando anuncios en diarios, y manejando, en la medida de lo posible, los hilos del poder político.

Paralelamente la guerra habría de recrudecerse, por lo que en 1985 fueron asesinadas 1698 personas, y al año siguiente 3500. Así, Los Extraditables secuestraban a políticos y empresarios ligados a los procesos de extradición, entre los cuales estuvo el ex presidente Andrés Pastrana; quien, según cuenta Popeye, era un “niño consentido de la oligarquía” que acabó por perder la compostura y llorar gritando como bebé: “¡Me van a matar, me van a matar!”, aunque lo cierto es que nunca lo mataron, sino que se lo llevaron en helicóptero a Medellín, mientras éste lloraba y preguntaba por qué lo secuestraban, olvidando que, mientras fungió de presentador del noticiero TV Hoy, arremetió algunas veces contra Escobar y su gente…


Documento a nombre de Los Extraditables, grupo de narcos que el Estado deseaba extraditar a USA, y dentro de los cuales estaba Pablo Escobar Gaviria

Otro ejemplo de secuestro, esta vez con ejecución incluida, fue el caso del Procurador Hoyos; quien, a diferencia de Pastrana, mostró valor hasta el último momento, tal y como cuenta Popeye: ‹‹“Procurador, esto es más complicado de lo que parece. A usted lo ha secuestrado un comando de Los Extraditables y será ejecutado por el delito de traición a la patria”, le digo mirándolo a los ojos. “¿A quién diablos traicioné yo?2, dice el político, abandonando sus modales y su compostura. “Traiciona sus orígenes, traiciona a su gente, traiciona a su país y se traiciona usted, al avalar las extradiciones y perseguir jurídicamente a Pablo Escobar Gaviria…” Bruscamente me interrumpe y me pide a gritos que le llame a Escobar, para hablarle (…) Nos vamos junto con el Procurador a una cañada que hay a diez minutos del escondite. El Procurador, con una actitud digna, permanece en silencio, sin implorar por su vida (…) (El sicario) dispara una vez sobre la cabeza del Procurador Hoyos; éste cae sin quejarse››
Toma del Palacio de Justicia

Iván Marino Ospina, guerrillero del M-19, había planificado castigar al presidente por romper el acuerdo de cese al fuego, y la forma en que lo haría sería tomando el Palacio de Justicia y enjuiciando al presidente ante todo el país. Sin embargo, Ospina era consciente de que Escobar estaba enfrentado al poder judicial, por lo cual podía intentar buscar financiamiento del mismo, ya que a éste le convenía por el asunto de Los Extraditables pues, si en el asalto al Palacio de Justicia se quemaban los documentos sobre Los Extraditables, establecer el tratado de extradición sería formalmente inviable por un “vicio” en el proceso.

Naturalmente Escobar estuvo encantado con la propuesta de Ospina, y les prestó a los guerrilleros la pista de la Hacienda Nápoles para importar fusiles y explosivos de Nicaragua, junto a lo cual les aportó cinco millones de dólares para que todo saliese a la perfección, solicitando que, a cambio, simplemente se quemen todos los archivos del Palacio de Justicia concernientes a Los Extraditables, para lo cual inicialmente Escobar pensó en mandar hombres de su cartel, pero Ospina se negó y dijo que mejor sus guerrilleros harían aquella tarea, ya que estaban perfectamente entrenados para funcionar en grupo y, si entraban en la operación los hombres de Escobar, las cosas podrían estropearse…

Por su parte, el DAS averiguó los planes guerrilleros y, consecuentemente, la seguridad del Palacio de Justicia se fortaleció significativamente desde el inicio del intervalo de tiempo en el que se pensaba que atacaría el M-19 (grupo guerrillero de Ospina). No obstante, a muchos de los jueces les pareció que las medidas eran extremas, que daban una mala imagen y que debían ser retiradas. Grave error, porque ahora los guerrilleros podrían entrar con más facilidad; y lo harían, aunque no en uno de los días previstos por el DAS…


Imagen del Ejército intentando recuperar el Palacio de Justicia luego de que el grupo guerrillero M-19, financiado por Pablo Escobar, lo tomara a la fuerza un 6 de noviembre de 1985…

La cronología de los hechos fue la siguiente:

Miércoles 6 de noviembre de 1985:

11:30 a.m. Dos camiones, repletos de terroristas entrenados en Cuba y Libia, ingresan violentamente por la puerta del sótano del Palacio de Justicia. Paralelamente otro grupo de guerrilleros, que habían ingresado vestidos de civil desde muy temprano, se apoderó del primer piso y de la puerta principal.
12:00 m. Los terroristas se toman por completo el edificio, tomando como rehenes a los magistrados, los empleados y los visitantes. Entretanto, el Ejército y la Policía han cercado el Palacio de Justicia y el presidente Belisario Betancur se ha enterado de lo sucedido.
1:30 p.m. Los primeros vehículos blindados (de las fuerzas del orden) tratan de ingresar por el sótano, pero no lo logran.
1:57 p.m. Tanques de guerra, al mando del Teniente Coronel Luis Alfonso Plazas Vega, ingresan por la puerta principal, desbaratan la resistencia de los terroristas y los fuerzan a replegarse en los pisos altos.
En la parte posterior del Palacio de Justicia, se desata el primer incendio cuando los terroristas intentan quemar los expedientes correspondientes a Los Extraditables.
4:00 p.m. Los medios de comunicación ponen al aire la voz del presidente de la Corte Suprema de Justicia, Alfonso Reyes Echandía, quien pide públicamente la suspensión del operativo militar. Mientras tanto, los guerrilleros y los rehenes están acorralados en el cuarto piso.
8:00 p.m. El incendio se vuelve incontrolable y el Ejército sigue en el tercer piso, sin poder avanzar. Mientras, el Consejo de Ministros continúa reunido en la Casa de Nariño, donde permanecerá el resto de la noche.

Jueves 7 de noviembre de 1985:

7:00 a.m. El presidente acepta dialogar con los guerrilleros y encomienda al director del Socorro Nacional, Carlos Martínez Sáenz, llevar el mensaje a los guerrilleros. Sin embargo, cuando se acercan al Palacio de Justicia, los mensajeros del presidente son recibidos con balas por parte del M-19.
8:30 a.m. Los guerrilleros liberan al Consejero de Estado, Reynaldo Arciniegas, mandándolo con un mensaje para que el Gobierno haga ingresar a la Cruz Roja y se inicie el diálogo.
12:00 m. El emisario presidencial, Carlos Martínez Sáenz, permanece en la Casa del Florero (un puesto de mando militar), pues no ha podido ingresar al Palacio de Justicia.
1:50 p.m. El emisario del presidente consigue llegar a la puerta del Palacio de Justicia, pero en ese momento se reinician los disparos. Entretanto, para ese momento el Ejército ya ha volado las paredes de acceso al sitio en donde están los útimos secuestradores vivos y sus rehenes.
2:10 p.m. Se escucha una nueva explosión y todo queda en silencio.
2:20 p.m. El ministro de Defensa, Miguel Vega Uribe, recibe el mensaje de que la misión ha sido cumplida puesto que el Palacio de Justicia se ha recuperado.

La operación antes expuesta fue solo parcialmente exitosa; ya que, si bien 215 personas salieron vivas del Palacio de Justicia, los expedientes sobre Los Extraditables se quemaron y 11 de los 24 magistrados perecieron, entre los cuales estaban muchos de los jueces que Escobar deseaba ver muertos…

La destrucción ocasionada en el Palacio de Justicia aceleró el proceso de desinstitucionalización en Colombia, y obligó a que se erigiera un nuevo palacio más fuerte que el anterior, lleno de mármol italiano y vidrios blindados. Sin embargo Escobar había ganado, por lo cual escribe de él Popeye: ‹‹No sólo consigue desaparecer los expedientes por la quema, también evita el tener que cazar en la calle a los firmantes de las extradiciones, quienes mueren incinerados y con una bala en su cerebro.››

Por último y como se dijo en un apartado anterior, Don Guillermo Cano, dueño del diario El Espectador, denunció la participación de Escobar en la toma del Palacio de Justicia, a lo cual se sumaba el que anteriormente había expuesto la ficha policial de la detención de Escobar en 1976. Debido a ello, Escobar estaba furioso con Cano, así que lo mandó a matar y, poco después, ordenó colocar una bomba con 100 kilos de explosivo en la redacción de El Espectador, reduciendo ésta a escombros…

Luis Carlos Galán: el inicio del fin


El candidato Luis Carlos Galán, herido de muerte por un sicario de Pablo Escobar.

Luis Carlos Galán era candidato a las elecciones presidenciales de 1990. Él era el favorito en las encuestas, todos sabían que ganaría, pero a Escobar no le gustaba la idea porque Galán ya venía, a través de sus discursos, anunciando su fuerte voluntad por combatir a los narcos, quizá de forma demasiado desprevenida…

Pero fue el senador Alberto Santofimio, títere político de Escobar, quien lo convenció de que matar a Galán era buena idea. “¡Mátalo, Pablo!”, le pidió Santofimio enfáticamente. Y Pablo lo hizo matar, sin saber hasta qué punto eso habría de cambiar la percepción que la gente tenía de los narcos. Fue el principio del fin aquel 18 de agosto de 1989 en que Luis Carlos Galán murió camino al hospital. Sobre aquella nefasta fecha Popeye escribió: ‹‹A las 20:30 horas, Luis Carlos Galán llega a la plaza. Sus copartidarios gritan vivas; todo es una fiesta, pancartas, pasacalles, banderas; el triunfo es un hecho. Lo llevan a la tarima sus seguidores, acompañados de la numerosa escolta del DAS. Saludando, Galán va con su puño en alto y, apenas subiendo los escalones de la tarima, antes de iniciar su enardecido discurso, la ametralladora escupe su mortal carga. Es una ráfaga tabletea y Galán cae mortalmente herido. Las cámaras de los noticieros registran la dramática escena. Se escuchan tiros a lo lejos, cae herido un escolta (…) La confusión es total. Galán es sacado de urgencia al hospital más cercano.››
Atentado en un vuelo de Avianca

El 27 de noviembre de 1989, a las 7:16 de la mañana y cinco minutos después del despegue, los pasajeros del vuelo HK 1803 de Avianca escucharon un terrible estruendo. Ese sería el último sonido que muchos de ellos oirían en su vida, seguido del cual vino otra explosión ocasionada por el estallido de uno de los tanques de combustible del avión.


El atentado al vuelo de Avianca en el diario El Espectador

Fue una verdadera matanza, ninguno de los 110 pasajeros sobrevivió, y el avión, desintegrado por la explosión, cayó hecho pedazos cerca del Municipio de Soacha. Con aquel atentado, Pablo pretendía matar al candidato presidencial César Gaviria, quien era el heredero político del difunto Carlos Galán. Sin embargo Gaviria, alertado por el DAS, no voló ese día, de modo que el atentado de Escobar fue una completa masacre de civiles inocentes… Pablo lo lamentaría, no solo porque cada vez mostraba más su carácter de amenaza para la sociedad, sino porque Gaviria habría de ser electo presidente en 1990.

El legendario atentado contra el edificio del DAS


Éste es el edificio del DAS después del atentado mentado por Pablo Escobar

Hasta ese momento venía siendo claro que el DAS era una verdadera amenaza para Escobar; y éste, consciente de eso, decidió tomar cartas en el asunto con una contundencia que la historia de Colombia jamás olvidaría.

Sucedió así que, el 6 de diciembre de 1989 a las 07:30 de la mañana, una brutal explosión se escuchó en toda Bogotá. Era el edificio del DAS, que acababa de recibir la explosión de un autobús bomba con 8000 kilos de dinamita, suficientes para hacer saltar un castillo pese a haber estallado a 30 metros del edificio, que quedó reducido a ruinas tras un atentado que dejó un crater de 13 metros de diámetro por 4 de profundidad, 600 heridos y 70 muertos, junto a cabezas y extremidades que, según cuentan, salpicaron a cientos de metros, en una lluvia de sangre, carne y escombros. Sin embargo el director del DAS, el general Miguel Alfredo Maza, tenía una oficina tan blindada que sobrevivió al atentado, lo suficientemente sano para continuar su labor, aunque esta vez con un renovado odio hacia Escobar…
Rumbo a una acogedora prisión…

Viendo que las cosas iban mal, Escobar se desesperó e inició una ola de secuestros —Francisco Santos Calderón, jefe de redacción del periódico El Tiempo; Maruja Pachón de Villamizar, directora de Focine; y Marina Montoya (hermana del ex-secretario de la Presidencia, Germán Montoya Vélez), la cual sería asesinada— y sobornos a políticos, consiguiendo que finalmente se reformara la constitución y se eliminara toda posibilidad de extradición para él y los demás del grupo de Los Extraditables.

Por ello, el 19 de junio de 1991 y bajo un acuerdo con el gobierno que el mismo Escobar deseaba, éste entregó su pistola Sig Sauer al procurador Carlos Arrieta, diciendo publicamente: “Es un símbolo de mi deseo de someterme a la justicia”. Entonces, junto a él, once de sus lugartenientes (incluido Popeye) ingresaron a la cárcel La Catedral.

Abusando de privilegios


Este lujoso cuarto fue la “celda” de Escobar.

En La Catedral, Pablo tenía todas las comodidades que se pudiesen desear: piscina, discoteca, champagne francés, restaurante abierto las veinticuatro horas, muñecas inflables y un catálogo de bellas prostitutas… Allí él encargaba comida de su antojo, quinceañeras para desvirgar y rameras para shows lésbicos y orgías para él y los suyos… Así mismo, allí tenía un campo de fútbol al que acudían a jugar los tres equipos de Medellín y el famoso René Higuita, con quien Pablo jugó personalmente.

Pero eso no era todo, pues desde la cárcel Pablo seguía dirigiendo su imperio: ejecutaba a enemigos y traidores, torturaba y coordinaba acciones contra el Cartel de Calí, con el cual había iniciado una guerra que fue uno de los principales factores de su caída…

No era de extrañar la situación, ya que la guardia que estaba cerca era de la propia nómina de Escobar y, de entre la guardia militar que estaba a los alrededores, muchos estaban comprados y, para prevenir reacciones, Pablo hacía poner música a todo volumen cuando ordenaba torturas o ejecuciones, dando así a pensar que se trataba de otra de sus fiestas salvajes…

Lo anterior queda muy bien recogido en el testimonio de Popeye, que estuvo con Pablo allí en la cárcel La Catedral, la cual en teoría era una cárcel de máxima seguridad pero, como señalaban las críticas de los medios de comunicación, en realidad era una “cárcel de máxima comodidad”. Volviendo al tema, Popeye nos da una idea precisa de lo macabras que eran las ejecuciones de Pablo y de cómo, llegado a ese punto de su historia, Pablo era ya un frío e inconmobible desalmado: ‹‹Llega la noche. La oscuridad cubre las cabañas y la fogata es encendida (…). Llega El Patrón con los guardias municipales y les ordena estar atentos a que no suba nadie extraño, como el sargento de la guardia que a veces se movía por el penal. Nos llama Escobar a Oto y a mí para ordenarnos que matemos a Fernando y a su acompañante. ‘Mugre’ coloca el equipo de sonido a todo volumen para ahogar los tiros y el ruido de la motosierra. La fogata ya tiene fuerza, es inmensa; es el símbolo del Mal. Vamos Oto y yo al sótano. ‘El Palomo’ nos abre y revólver en mano entramos al estrecho lugar por las pequeñas escaleras; éste nos alumbra el camino con su linterna. Cuando entramos, Fernando grita: ‘¡Nos van a matar!’ Yo quedo frente al contador de Kiko y le disparo un solo tiro en la cabeza; no lo dejo reaccionar. Lo mismo hace Oto con Fernando, tomándolo del cuello. Salgo del lugar y Oto pide la motosierra; ‘El Palomo’ le pasa la linterna a Icopor e ingresa al sótano para ayudar a Oto. Llego donde ‘El Patrón’ y está sentado en una silla; la fogata arde potentemente. A su lado, (su hermano) Roberto Escobar. Pablo, con la pierna cruzada, mira atento la fogata cautivado por el fuego; un gorro ruso lo hace ver más temible. No habla con nadie, sólo mira; al fondo se ven las luces de la ciudad (…). La nota más macabra la coloca Freddy al llegar a la fogata; no tira el balde con su contenido a la hoguera, sino que saca la cabeza de Fernando Galeano y la lanza al fuego. Por la sangre se le resbala y rueda al pegar con un grueso madero, llegando hasta los pies de Pablo Escobar; éste, sin impresionarse, la mira con frialdad››


Prisión “La Catedral”

Hasta aquí podría pensarse que el Gobierno sabía de todos esos horrores, pero eso no ocurrió hasta que llegó una carta anónima; y, sin embargo, el Gobierno no hizo nada… No obstante todo cambió cuando la DEA y los estadounidenses se enteraron de que Pablo seguía dirigiendo su imperio narco desde la lujosa prisión, pues éstos presionaron al presidente Gaviria y éste decidió endurecer el trato y poner a raya a Escobar, pero Escobar era astuto y en julio de 1992, pese a los cuatrocientos policías que “vigilaban”, escapó…

Ya fugado, Escobar creyó que de nuevo podría obtener un trato con el Gobierno, en el cual se le dieran otra vez los privilegios y las comodidades de antaño. Aunque esta vez el presidente estaba realmente enojado y la respuesta que dio (según testigos) fue desconcertante para Pablo: “No, no, no. Nada de pactos esta vez. Vamos a matarlo”.

El Bloque de Búsqueda y el recrudecimiento de la violencia

Cuando Pablo escapó de La Catedral, la guerra con el Estado y el Cartel de Cali se recrudeció, y esta vez el Cartel de Cali atacó de dos maneras: la primera, dándoles dinero a Los Pepes (organización de criminales perseguidos por Escobar y enemigos acérrimos de éste); la segunda, dando información clave sobre Escobar a las agencias del gobierno colombiano, información que muchas veces ni siquiera los agentes de Inteligencia Estadounidense conocían…


Miembros del Bloque de Búsqueda. El mayor Humberto Coral, señalado en la foto, fue asesinado.

Paralelamente a lo anterior, el presidente César Gaviria había creado, en ese mismo 1992, al temible Bloque de Búsqueda: un cuerpo élite de la Policía, con personal entrenado por fuerzas especiales de USA y seleccionado por ser supuestamente incorruptible. Pero eso no era todo, pues los del Bloque de Búsqueda eran realmente crueles, al punto de que se les conocía como “Los Rojos” por lo sangrientos que eran pues: juntaban a adolescentes pobres y los fusilaban solo por ser sospechosos de andar en el mundo narco, torturaban terriblemente, taladrando médulas y rotulas, quitando uñas, desollando, o usando la temible “corbata colombiana”, en la cual se le hace un agujero en la garganta al torturado y, por ese agujero, se le estira la lengua y se la deja colgando… Así, cuenta Popeye que los del Bloque de Búsqueda hicieron que mucha gente de Escobar regresara horrendamente desfigurada, cuando regresaba… Esto fue un tremendo catalizador de la violencia urbana, porque Escobar empezó a ofrecer recompensas por cada policía muerto, subiendo la recompensa según el rango del policía (30.000 por un coronel, por ejemplo…). Al respecto, Popeye cuenta lo siguiente: ‹‹A los agentes que viven en los barrios populares los están matando. ‘Los Rojos’ van con todo y continúan sus masacres, todos atacan y caen cuatro policías más. (Un sicario) le madruga al Grupo Élite y detona un carro bomba contra un camión del mismo, lo coge de costado y lo lanza al otro lado de la autopista; quince policías mueren en el acto, diez más quedan gravemente heridos. Las escenas son dantescas, policías corren encendidos como teas humanas, los destrozos en el lugar son brutales, los automóviles de civiles son destruidos y mueren seis personas; una veintena queda mutilada. Los Élites ya han encontrado la respuesta que buscan. Pablo Escobar Gaviria les ha salido al paso, ahí lo tienen: la dinamita es su tarjeta de presentación. La ciudad bajo ríos de sangre acompañada por los sonidos de las bombas (…) Muchos policías asesinan a sus compañeros para cobrar las recompensas. La locura se ha apoderado de todos…››

Con todas esas fuerzas unidas contra él, Pablo terminó cayendo cuando, cierto día desde un apartamento de Medellín en el que estaba escondido, hablaba con su hijo sin saber que la línea estaba siendo interferida…
El fin de Escobar

Es un 2 de diciembre de 1993, son las 14:56 y Pablo Escobar llama a su hijo desde un apartamento de dos pisos en un barrio de clase media de Medellín. Todo parece normal, hasta que de pronto Pablo nota ruidos extraños en el entorno y, antes de colgar, le dice a su hijo: “Te dejo porque aquí está pasando algo raro”. Y efectivamente algo no anda bien: son los del Bloque de Búsqueda y han venido por él, tras localizar su escondite en la calle Carrera 79-A, interfiriendo la llamada…


Miembros del Bloque de Búsqueda posando junto al cadáver de Pablo Escobar, asesinado el 02/12/1993.

Pablo, que está solo con un guardaespaldas en el segundo piso, ve que lo tienen rodeado —dos policías del Bloque de Búsqueda están en la parte delantera; otros dos, se han metido por un solar en la parte trasera— e intenta escaparse por el patio trasero, saliendo por la ventana e intentando descender por el tejado, pero encontrándose con una lluvia de balas, de las cuales una le da en la pierna, otra le atraviesa el hombro y, la tercera y definitiva, le entra y sale por la cabeza, destrozándole al paso el cerebro y la vida… Al instante Pablo Escobar cae muerto sobre el tejado, con su cuerpo pesado y el rostro cubierto por una barba que antes no se había dejado crecer y ahora, como un símbolo de su decadencia, adorna su rostro apagado por la muerte…

Poco después cae su guardaespaldas, y la operación concluye en apenas unos quince minutos…

Un mafioso inolvidable


Sobre Pablo se han hecho libros (arriba, un ejemplo), pinturas, canciones, películas. La historia nunca podrá olvidarlo, y Colombia peor, porque en parte es lo que es (para mal sobre todo) por Pablo Escobar…

Sorprendentemente, al funeral de Escobar acudieron miles de personas, casi todas provenientes de los desfavorecidos estratos sociales a los que tanto ayudó Pablo en vida. En cuanto a su hacienda, ésta fue ocupada y entró en decadencia como consecuencia de todos los busca tesoros que fueron a saquear cuanto pudieron; aunque, actualmente, ha sido restaurada junto al zoológico, y es un sitio de atracción turística, no solo por los animales sino porque todo visitante sabe que ese fue el lugar en que por años resplandeció la infame grandeza de Pablo Escobar. Por su parte, la fortuna de Escobar fue casi por completo tomada por el Estado, por lo cual el hijo de Escobar, Juan Pablo Escobar (conocido como “Sebastían Marroquín”), dijo en una entrevista lo siguiente: “Cuando salimos del país después de la muerte de él, el Gobierno se quedó con todo. Todo está en manos de las autoridades y no de las víctimas, como debería ser”.

Por último, la fama de Escobar vivirá por siempre: sobre él se han hecho documentales, se han escrito libros, se han realizado entrevistas, se han pintado cuadros (Botero pintó su muerte, por ejemplo); e, incluso ahora, se está haciendo una nueva (antes ya se habían hecho otras) película sobre él, en la cual Guillermo del Toro lo interpretará. Y es que y ya para cerrar, a Escobar debe recordárselo sin reduccionismos; pues, si bien fue un asesino despiadado y un megalómano, tenía un lado muy humano que mostraba en el amor a su familia y en una generosidad hacia los pobres que, si bien tenía algo de egocentrismo y medida calculada, también tenía algo de genuino. Por eso Juan Pablo Escobar, hijo del Zar de la Cocaína, expresó lo siguiente sobre su padre: “Decían que mi padre era el hombre más rico. También hay que decir que era el más generoso y su mayor placer estaba en ayudar a la gente. Sentía una enorme satisfacción de poder contribuir a las familias necesitadas. Mi padre terminó asumiendo un rol que se suponía que asumiera el Estado. Pero, por otro lado, hay que decirlo también, no extrañamos la violencia y esa zozobra en la que vivíamos permanentemente”.

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