miércoles, 6 de diciembre de 2017

Crònicas cotidianas de vivir en una dictadura española disfrazada de democracia visto desde fuera

Unos ciudadanos de Uruguay han quedado perplejos con las últimas noticias que llegan desde España: raperos condenados a años de prisión por hacer una apología de terrorismo que no existe; ensalzamiento de bandas armadas de extrema-izquierda  que hace tiempo dejaron de matar. Estos uruguayos tienen motivos para su asombro, en Uruguay, la extrema-izquierda también causó muertos y según que ideología, algunos podrían considerar que eran unos terroristas. Por citar un ejemplo el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros practicó la guerrilla urbana y cometió atentados, aunque esté grupo dejó  la lucha armada y sus miembros se integraron en el frente político hace bastantes años y hasta llegaron al gobierno de Uruguay, ironías de la vida, unas ironías que jamás ocurrirían en España.

¿Se imaginan ustedes a raperos uruguayos condenados a años de prisión por ensalzar al Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros que ni existe ni comete atentados desde hace años? Pues eso que puede parecer un disparate en el resto del planeta, ahora mismo está ocurriendo en España.

Pero aún hay más, titiriteros detenidos y encarcelados por denunciar la falta de libertad de expresión en España, tuiteros juzgados por hacer chistes sobre la muerte de Almirante Carrero Blanco asesinado por ETA.

Yo no soy Charlie Hebdo pero no impido que otros digan lo que quieran. Algunos les dirán que estos comentarios y  de canciones son de pésimo gusto y deben ser castigados, se escudarán con argumentos como en España ha habido centenares de muertos por terrorismo, a lo que yo añadiría que también ha habido miles de torturados, asesinados y desaparecidos por parte del estado durante la guerra civil, la dictadura franquista y su continuación, o también les dirán que en Alemania la difusión de la ideología nazi está prohibida y perseguida (aunque comparar los mil muertos que han causado las bandas armadas de extrema-izquierda con los millones de muertos causados por el III Reich.

Lo más grave, ciudadanos independentistas catalanes fueron detenidos por organizar un referéndum y liderar un proceso de secesión en Cataluña. 

Este delirio represivo continua; pues 4 miembros del gobierno legítimo de Cataluña aún siguen en prisión, mientras otros han salido bajo fianza y Carles Puigdemont, el  legítimo President de la Generalitat catalana, fue destituido por el estado español, sigue en el exilio. Se les acusa de delitos tales como sedición, rebelión y malversación de fondos públicos... por obedecer la voluntad de sus votantes en Cataluña, los mismos que otorgaron la mayoría absoluta en su parlamento regional ahora intervenido por el estado español, en el mayor ataque contra las libertades civiles desde la muerte del dictador Francisco Franco.

Es díficil contar  todo esto a un extranjero, tendría que empaparse de la historia y presente en España, tendría que entender con detalle todo lo que ha ocurrido, ocurre y ocurrirá.



Les dejo un artículo escrito por un miembro de la comunidad de meneame.net, un español emigrado en Uruguay por motivos laborales, que relata el asombro de varios ciudadanos uruguayos ante la realidad que se vive en España en el año 2017:

Lo veo desde fuera y no es normal

"Che, gallego, vení un poco". Mis compañeros de trabajo (de laburo, dicen por acá) están leyéndose en voz alta un artículo de un digital español. "¿Esto es de verdad?". Suspiro y me acerco. La noticia informa de que la Audiencia Nacional ha condenado a dos años y un día de cárcel -esto es, a prisión efectiva- a unos chicos que forman un grupo de rap que se llama "La Insurgencia". Los acusa de enaltecimiento del terrorismo, aduciendo que, como los yihadistas, tienen una religión: "la lucha sindical obrera".

Mi compañero termina de leer y todos me miran en silencio. Vivo en Uruguay desde 2013 y no es la primera, ni la segunda vez, que me ocurre lo mismo. Una mañana me preguntaron por los titiriteros que la Audiencia Nacional metió en la cárcel acusados de enaltecer el terrorismo. Aquí tuvo un montón de repercusión y hasta se recogieron firmas en el ámbito artístico para exigir su liberación. La última, hasta ahora, fue el 2 de octubre. Ese día hubo un festival de mostrarme vídeos con policías apaleando gente, preguntándome (bastante horrorizados) que "si nos habíamos vuelto locos".

No son gente especialmente politizada, mis compañeros. Al menos, no más de lo habitual en un país en el que el voto es obligatorio y donde es normal discutir, educadamente y con respeto, sobre el devenir político. Como muchos uruguayos, ven a España como "el primer mundo". Bastantes tienen antepasados españoles y unos cuantos, la nacionalidad. Alguno ha viajado o ha vivido en Barcelona, Mallorca o Madrid. Por eso no entienden lo que está pasando. Si España, razonan, es un país europeo, "del primer mundo", ¿cómo es posible que metan en la cárcel a gente por hacer canciones, a tipos que manejan muñecos o a chicas que se ríen en twitter de Carrero Blanco?.

Yo no sé qué responderles. No lo sé porque ya son casi seis años de emigración y, francamente, lo que nos está pasando no es normal. Un montón de cosas no son normales, y la lista es tan gorda que no sabría ni por dónde empezar: por supuesto, no es normal que se imponga pena de prisión por unas canciones de rap. Serán de mal gusto, pero la verdad es que también me parecen de mal gusto ciertas declaraciones de personajes públicos y no por eso se les mete en la cárcel.

Pero tampoco es normal que desde el ministerio del Interior se monte una policía política para reventar elecciones a base de tirar mierda sobre otros candidatos a dos meses de las elecciones.

Ni es normal que se manipulen las normas de la Judicatura para quitar, sistemáticamente, de en medio a los jueces o juezas que no gustan a determinado partido.

Tampoco es normal, qué queréis que os diga, celebrar unas elecciones con una serie de candidatos metidos en prisión mientras la ministra de Defensa declara que dichos comicios se han hecho para que los gane una opción determinada.

Ni medio normal es meter en la cárcel a centenares de personas que, como yo (y otros setecientos mil españoles) han emigrado para buscarse un futuro mejor, sin juicio ni asistencia legal.

Pero lo que más me impresiona es ver que a quienes lo padecéis directamente en vuestras propias carnes, porque vivís ahí, todo esto os parezca legal, coherente, proporcionado y ajustado a derecho. Que os parezca, en resumen, normal.

O será que el que ya no es normal soy yo: cosas de la distancia, imagino.

Autor: sinapacha